domingo, 1 de junio de 2008

Memoria Crítica - Construcción del Sujeto Pedagógico













Integrantes Grupo No Asistido N º 2 Núcleo Valles del Tuy: Aguilar Alicia C. I.Nº 3.631.645, Alcalá Sandra C.I. Nº 3.633.552, Carmona Bernabella C.I.Nº 4.287.576, Gómez Luisa Dalila C. I. Nº 5.401.298, Morales Nelsis C. I. Nº 10.886.957 y Santamaria Luis C. I. Nº 4.584.32


MEMORIA CRÍTICA

La temática central, en este estudio es la elaboración de una Memoria Crítica, orientada hacia la Construcción del Sujeto Pedagógico.
Verdaderamente el tópico es de gran relevancia, se puede señalar que el Siglo XXI, es el siglo del saber. El saber cambia el mundo, y el mundo está cambiando a la velocidad de los saberes nuevos, la cuestión educativa enfrenta un profundo proceso de transformación. Surgen nuevos parámetros socio- educativos. Los modos de realización del entorno educativo invitan a revisar otras perspectivas de la acción pedagógica. Por ende, es imprescindible desde el punto de vista ontológico y epistémico asumir posturas renovadas para articular el discurso educativo con la realidad.
Para la construcción de la memoria crítica, no se partirá de un resumen, como corresponde, puesto que la bibliografía recomendada es sumamente amplia, por tanto a medida que se vaya haciendo referencia, se irá argumentando, con la idea de ir construyendo dicha memoria.



¿Cómo se constituye el Sujeto Pedagógico?



La Pedagogía del Sentimiento se relaciona con la imaginación y la intuición, mediada por el lenguaje. En este orden de ideas la imaginación, como actividad mental, se expresa y produce imágenes, las cuales permiten captar el sentido, por eso, una Pedagogía del sentimiento se constituye en una necesidad teórica y práctica, por ello es necesario llenar ese vacío. La Pedagogía del sentimiento presenta una triada: conocer, el pensar y el reflexionar, los cuales son fundamentales en el acto educativo: “Acto intencional deliberado y normalizado, con contenido y actividades que constituye una red semiótica diferenciada en el tejido social… para transmitir conocimientos con un telos: formar para la creatividad.” Ugas (2003).
La triada anteriormente expresada, no solo es fundamental para el acto pedagógico, sino que la conjunción de los tres elementos le permite al sujeto pedagógico una metacognición , es decir un sujeto cognosconciente de la incertidumbre y la complejidad, signos esenciales de estos tiempos, pues el conocimiento se absolece vertiginosamente, las exigencias en el nuevo paradigma emergente cada día se hace más complejo. Todo ello conlleva al sujeto a pensar en una gnoseología del desaprendizaje dialógico, es decir, es un sujeto capaz de aprender a desaprender porque tiene conciencia dialógica y se da cuenta a un mismo tiempo del camino contrapuesto a la ruta que recorre en los procesos de construcción de su propia realidad, porque tiene conciencia de sí mismo, del otro y del todo, a un mismo tiempo.
Las palabras claves en la Teoría Pedagógica son: Aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje.
Para desaprender, debe recorrerse un camino similar, vale decir, apoyarse en la experiencia para reconocer la vida como conocimiento e identificar en un proceso de desaprendizaje consciente: los patrones, los límites, los valores, las verdades reconocidas hasta hoy como inamovibles y absolutas; las estructuras condicionadas de los viejos procesos de aprendizaje; los miedos a desmontar las seguridades que otorga un conocimiento entendido como eterno e imperecedero; las zonas sagradas a las que no se permite aún el acceso para su deconstrucción.
La experiencia humana es afectiva e intersubjetiva y, por lo tanto, para la organización del orden cognitivo humano resultan esenciales las tonalidades emotivas que detonan los procesos que vinculan la experiencia, las relaciones interpersonales, el conocimiento, la realidad y el observador (Ruiz, 2000).
La premisa fundamental del post racionalismo, plantea que existe una manera individual, personal y única, de organizar, estructurar, desordenar y reordenar las emociones y las informaciones que provienen del entorno y de las propias vivencias y, por ende, del conocimiento. Ya no se vive en una realidad objetiva que contiene en sí misma el sentido de todas las cosas y que existe independientemente de la percepción de quien la observa. La realidad ha dejado de ser única e igual para todos y el conocimiento también ha dejado de tomarse como la representación de esa realidad. Lo aprendido, ha dejado de ser verdadero de manera absoluta.
El sujeto cognoconsciente es, en consecuencia, el centro de un sistema autoorganizado de base ética, en constante proceso de aprendizaje-desaprendizaje-reaprendizaje. Es la expresión de un continuun de elecciones que incluyen su propia destrucción. Establece consigo mismo y con el entorno una imbricada red de relaciones y valores, de opciones y apuestas (Ciurana, 2002). Es un ser en proceso de evolución continua y discontinua con el ambiente. La realidad en la que se vive es codependiente del modo particular de ordenarla y que ella se va construyendo y deconstruyendo junto con la evolución de la percepción de cada individuo.
Ugas(2003) Señala en lo educativo y en lo pedagógico una acción ecocognitiva, es decir, tenemos la oportunidad de aprender, reaprender y desaprender. Este sería la misión fundamental del acto pedagógico.
El acto pedagógico, no debe ser una enseñanza, debe ser una función formadora, y un aprender activo de parte de los alumnos. No existe aprendizaje pasivo Una pedagogía que niegue la subjetividad no es pedagogía.. No existe aprendizaje pasivo en educación. Siempre es activo, por el sólo principio de la intencionalidad de la educación, es decir, la educación siempre es un acto consciente, dirigido hacia la producción de un aprendizaje y desarrollo en el educando. En este sentido, todo o casi todo aprendizaje que se produce al interior de la escuela tiene una dosis fuerte de actividad promovida y condicionada por el profesor.
dLa educación como proceso histórico de formación de conciencia consiste en construir el sujeto social. La escuela, como institucionalización de la educación, debe estar sustentada por genuinas prácticas sociales y subjetivantes. Entonces debe formar subjetividad y sociabilidad. Obviamente la finalidad educativa es formar un sujeto autónomo pero no por ello un sujeto individualista, racional. La autonomía no está sólo vinculada “al ser y hacer de la manera que uno quiera”, sino que el sujeto para ser “él mismo” debe reconocer al otro, la diferencia con el otro, aprender del otro, todo lo cual justifica un reconocimiento de sí mismo. Los alumnos aprenden escuchando, viendo, haciendo, compartiendo, comparando, sintetizando, repitiendo, analizando, revisando e integrando contenidos, información anterior y nueva. Pero el aprendizaje no es sólo procesamiento cognitivo de información. En ese procesamiento intervienen las emociones, afectividad, valores, normas del sujeto. Es decir, el aprendizaje se articula en procesos cognitivos, afectivos y éticos. Y si bien es un proceso interno de cada sujeto es también un proceso social. Se aprende con y de otros, a través de otros. Lo que un sujeto puede aprender en soledad es mínimo, casi nada, porque siempre depende de algún cambio de situación exterior que le implique comprender o resolver determinadas situaciones o hechos. Para aprender se necesita motivación, interés, expectativa, deseo, predisposición, actitud y aptitud. Sobre todo las cuatro primeras se activan en relación a algo o a alguien y el proceso de aprendizaje se desencadena hacia cierta respuesta o desafío exterior al sujeto.
Cooper (1978) hace una crítica en relación a la estructura educador-educando, donde el educador “externaliza” su capacidad de aprender en el educando, quien a su vez “externaliza su capacidad de enseñar en el educador”. En este tipo de relación no existe la posibilidad de reconocimiento de si mismo y del otro, no existe valor a la diferencia. Él considera que muchos revolucionarios que hacen crítica a la educación burguesa caen en su estilo.
En su Gramática de la Vida menciona el no desprecio por las experiencias cognitivas de las personas, ya que éstas pueden ser compartidas entre sí. Es más, en su obra él explica su estilo particular para establecer su relación binaria: escritor- lector, lo cual permite un dinamismo, y a la vez otorga al lector la libertad de ir construyendo su lectura como lo desee.

Ahora bien , ¿Cómo construir el Sujeto Pedagógico en el Siglo XXI ?
El grupo no asistido considera que debe ser la formación integral del ser humano, entendido como un ser de necesidades, habilidades y potencialidades. Una educación capaz de intervenir en las Dimensiones Cognitivas (conocimientos) Axiológica (valores) y Motora (Habilidades y Destrezas). Más que formar a un ser intelectual se debe formar a un ser completo, holístico. La educación debe significar un cambio transformador.
Sabias palabras de Gabriel García Márquez, quien comenta: "Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social y que la educación será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar, quiénes somos en una sociedad que se quiere a sí misma. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendia. . La labor educativa del docente del siglo XXI más que proveer un cúmulo de conocimientos, debe incluir también las condiciones (estrategias didácticas) que posibilitan la formación del individuo prepararlos para la vida, para que asuman responsabilidades y alcancen su plenitud. Es aquí donde nos encontramos entonces con la interrogante de cómo el docente del siglo XXI debe planificar su estrategia, su hilo conductor, para lograr el resultado esperado. Es por ello que podemos afirmar que la planificación y la gestión educativa tienen como eje la dignidad humana, ya que la visión de todo proceso educativo finalmente es lograr la transformación y/o profesionalización del individuo independientemente de la disciplina o etapa de estudio. Es preciso, por tanto, superar y cambiar las clásicas estructuras escolares sustentadas en un poder rígido y vertical, donde la planificación se subalterna al cumplimiento de objetivos preestablecidos. El valor del hombre le sitúa por encima de todo lo demás y hace que la dirección del centro escolar, más aún del sistema educativo y, por tanto del plan macro del país, incluya y gire en torno al desarrollo personal íntegro del individuo. Un plan que incluya no solo lo académico sino la relación e interacción con los importantes y dinámicos cambios tecnológicos. La consagración de este planteamiento redundará en un avance significativo para lograr la educación que buscamos. Al llegar aquí nos topamos con una cuestión que no debe pasar desapercibida: el impacto de la planificación para lograr el resultado esperado, es decir, para que se produzca el aprendizaje deseado, tanto desde el punto de vista del conocimiento de la ciencia que se dicta como desde las capacidades y habilidades de índole intelectual del individuo. La planificación del proceso de enseñanza es responsabilidad del docente. Pero que es lo que debemos planificar? ¿Cómo potenciar ese ser?, ¿Cómo educar hombres y mujeres para la vida? La combinación de todas estas interrogantes, centradas en producir aprendizajes que potencien a la persona humana en sus capacidades más altas, es lo que hace la diferencia entre un docente transmisor de contenidos y un docente que potencia seres humanos.



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